La opereta
Ayer al calor de unos buenos tragos y muy buen jazz en el corazón del Village (Blue Note Jazz Club) recordamos nuestros primeros pasos en el mundo de la música y las tablas: la opereta de primaria.
Por supuesto, los más talentosos obtenian los papeles principales con largos parlamentos, soliloquios, monólogos, elaboradas túnicas y uno que otro "solo" musical. Estos se caracterizaban por ser personas activas, sin asomo de timidez, posiblemente líderes del mañana. Hoy en día la mayoría son djs, como el el caso de "dj motor".
En un papel secundario, se encontraban aquellos que aunque tan solo tenían un par de líneas lograban pisar el escenario. Más abajo en la escala social de la opereta de primaria estaba el coro, que aunque anónimo, aún tenía un papel decoroso. Ellos cantaban.
Pero los menos talentosos, eran los de la banda. Eran aquellos a quienes no se les encontraba ninguna otra función y por ende tenían que someterse a usar aquellas feas y prestadas capas verde loro con su respectivo gorro de heladero, una versión infantil de tuna javeriana. Los de la banda no solo tenían que tocar unos instrumentos muy básicos - casi rupestres - sino que además debían sentarse en la parte delantera del público dándole la espalda a sus progenitores.
Pero los más jodidos de toda la opereta eran los que tenían que tocar un instrumento que se llamaba "los sands". Permítanme describirles este instrumento. Básicamente eran dos pedazos de papel de lija pegados a dos trozos de madera. El párvulo debía raspar los dos pedazos de madera durante las dos horas de la opereta con la frustración de que esa vaina de verdad que no suena. Sin duda alguna éstos eran, a juicio de los organizadores de la opereta, niños musicalmente poco talentosos. Mis dos contertulios de ayer pertenecían a la banda y tocaron magistralmente por varios años los sands.